11 de julio de 2015

¡Chile campeón de América!





Esta es sin duda, la crónica más emotiva que escribiré en este blog. Chile deja atrás historias de derrotas, momentos de segundos lugares. Instantes malditos, donde un gol de último minuto destruía en mil pedazos nuestra ilusión. El 4 de julio del 2015, La Roja pasó de ser una selección perdedora a una capaz de vencer todos los obstáculos. De la mano de Jorge Luis Sampaoli Moya, levantamos nuestro primer trofeo, la Copa América, en una sufrida definición a penales ante Argentina.

Es que en nuestra historia, nada ha sido fácil. Hemos sufrido terremotos, aluviones, grandes tragedias. Nunca algo se nos ha dado con facilidad y esta Copa América claramente no fue la excepción. Frente a nosotros estaba Argentina, equipo que llegaba a la final comandado por Lionel Messi, el mejor jugador del mundo. El ingreso a la cancha del Estadio Nacional tampoco fue sencillo, horas antes del encuentro falleció Carlo De Gavardo, leyenda de nuestra deporte.

Pese a las adversidades, Chile salió al terreno de juego queriendo derribar los mitos. Y lo hizo imponiendo su juego, dominando el medioterreno, imponiendo sus términos ante un rival de jerarquía mundial. Arturo Vidal y Charles Aránguiz se comieron el medioterreno; Claudio Bravo reaccionó cada vez que era exigido; Gary Medel fue una fiera; Francisco Silva sorprendió; Eduardo Vargas fue peligro constante en área rival; Marcelo Díaz dio salida clara; Jorge Valdivia aportó la magia. Todos aportaron su grano de arena para que se lograra el objetivo.

Lo dieron todo por 120 minutos

Hubo momentos de agobio. Como aquel minuto 90, en la única ocasión en que Lionel Messi atrapó solo el balón y burló a todos los rivales para dejar sólo a Higuaín que falló de manera increíble. Una gota de sudor pasó por nuestras espaldas pese al frío de la tarde santiaguina.

Pero este equipo estaba para cosas grandes, Alexis Sánchez pudo sellar la serie en los minutos finales del alargue, sin embargo como en gran parte del torneo no estuvo fino en el arco rival.

Chile corrió, sudó, metió. La Roja fue pura garra para dominar el balón y detener cada uno de los embates de Lionel Messi. La estrategia de Sampaoli resultó a la perfección, pues el rosarino solo un vez quedó con balón dominado cerca del arco. Hasta Jorge Valdivia, cuestionado en la previa al torneo por su mala condición física, se esforzó para neutralizar al astro del Barcelona. Gary Medel usó mecanismos menos ortodoxos, pudiendo merecer la expulsión tras una fuerte patada en el amboden propinada al capitán argentino. Tras 120 minutos de brega, el colombiano Wilmar Roldán sentenció el fin del encuentro y los penales.

La emoción de los penales

A esa altura, ya no quedaban uñas. El primero en ejecutar fue Matías Fernández, quien venció a Sergio Romero con un potente remate. Por Argentina ejecutó Messi, quien demostró su valía. Vino el turno de Arturo Vidal, quien demostró su condición de ídolo chileno, para dejar las cosas 2 a 1.

En el segundo penal, comenzó la debacle argentina. Gonzalo Higuaín falló su lanzamiento arrojando el balón fuera del área. Tras cartón, Charles Aránguiz estuvo soberbio para dejar la serie 3 a 1. El segundo en fallar por el equipo de Sabella fue Ever Banegas, cuyo tiro fue contenido por Claudio Bravo. La mesa estaba servida.

3 a 1 ganaba Chile en los penales y frente al balón estaba Alexis Sánchez. 100 años de historia pasaron por nuestras memorias. Los sueños de niño, los fracasos del pasado. El hambre de triunfo y la sed de revancha. Todo en los 10 segundos en que el "Niño Maravilla" se dispuso frente a Sergio Romero.

Y lo cierto es que el remate de Sánchez fue majestuoso. Intentó picar el balón ante la salida de Romero, sin embargo el tiro salió pifiado, pero de todos modos sirvió para vencer al golero argentino y sentenciar la serie. Chile 4, Argentina 1.
¡Somos Campeones de América!


El festejo de nuestras vidas

El grito de campeón salió del alma. Por tantos años escondido, lo único que hicimos fue gritar, festejar, abrazar y llorar. Nada importaba, la historia nos debía una. Nuestros jugadores corrían como niños en el pasto del Nacional. Messi se lamentaba.

¡Somos campeones de América! De seguro no lo creíamos. Las eternas burlas de la infancia, nuestros miedos. Todo, quedó en el pasado. La generación dorada de Vidal, Medel, Sánchez, Bravo, Aránguiz, Díaz, Valdivia, Fernández e Isla nos llenaba de gloria. Un abrazo, un puño apretado. La canción nacional no dejaba de entonarse en cada punto del país. 

Vino el momento de la entrega de la copa. La recibió nuestro capitán Claudio Bravo, un líder que puso disciplina a un camarín amante de los festines. Luego la recibió Alexis, el chico de Tocopilla que nació en medio de la pobreza y que supo ganarle a la vida.

¿Quien dijo que el fútbol son tan sólo 11 estúpidos hombres detrás de una pelota? El fútbol es pasión,  es ejemplo de perseverancia, es la vida misma. Es caerse mil veces para levantarse y festejar. Es la ilusión de un pueblo, el alma de la esperanza.

Tras el festejo épico del Nacional vino un galardón sólo para los elegidos. El equipo de Sampaoli fue recibido en La Moneda por la Presidenta Bachelet. Un escenario que tantas veces se dio para triunfos morales, esta vez fue por un espacio en la gloria, un lugar esquivo por más de 100 años.

 Esta vez la historia estuvo de nuestro lado. Con trabajo, fe y sacrificio Chile se coronó campeón de América. Un triunfo soñado, un festejo del alma.

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